domingo, 30 de octubre de 2011

LA EDUCACIÓN ES UN ARTE, EL MAESTRO UN ARTISTA

Decía el maestro Walter Peñaloza Ramella: “Lo que hace el maestro tiene como propósito causar un impacto profundo en el alma del niño, del joven o del adulto. Su finalidad es que el alumno se transforme. Por lo tanto, en el maestro hay tanto de actor como de creador. El maestro es, por consiguiente, mucho más que el artista reiterativo (...). Es más bien el artista creador, porque no solamente recrea lo que dice, sino que en cada nuevo acto de labor con los educandos está creando para ellos y en cierto modo, creándolos a ellos mismos..."; lo leí en un artículo difundido por la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle" - La Cantuta.
Sinceramente, no tuve la oportunidad de conocerlo de cerca ni tampoco escucharlo, mas sí verlo. Fue un atardecer, el día que ingresé a la clínica San Felipe.
Llegué presurosa preguntando por el Dr. Peñaloza; en recepción me dijeron dónde se encontraba y me informaron que allí sólo ingresaban los familiares, también me mencionaron que su hijo se encontraba en sala de esperas. Me acerque lo saludé dije que había escuchado mucho del Dr. Peñaloza, que había alguien que quería hablar con él. Fue allí que le dije pase!!!, él se acercó, saludó, conversó, mas su pena por no poder verlo me destrozaba.
El hijo del Dr. sólo le informaba de su estado, le agradecía que se haya acercado y extendía su mano confirmando este agradecimiento, mencionó también que estaba en cuidados intensivos mas nada.
Observé que la sala donde se encontraba el Amauta del Perú estaba a un costado de donde yo me ubicaba, a sólo un metro de distancia. Me quedé observando la conversación que él sostenía con el hijo del maestro Peñaloza, cuando regresó a mirarme le sonreí y le dije por aquí doctor y lo llevé a la sala donde se encontraba el Maestro y Amauta del Perú. Abrí la puerta, al ingresar una enfermera me dijo algo no recuerdo que, en aquel momento me preocupaba el hecho de estar ingresando sin autorización, entonces dije:
un minuto, se quiere despedir, no vamos a demorar.
El Dr. Peñaloza se encontraba realmente delicado mas tuvo fuerzas para mirarlo, reconocerlo e intercambiar gestos y miradas para con él; fui testigo de la emoción que ambos denotaban, pensé por un momento: cuanta dicha y nostalgia fluye en ellos.
Hace aproximadamente seis años de lo ocurrido; mañana el Dr. Peñaloza cumple un año más de su sensible fallecimiento.

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